
Y así quedó, suspendido en la nada, entre estrellas, pedruscos y basura espacial, preguntándose si no se habría dejado abierta la llave del gas de casa. Si la vecina se acordaría de regarle las plantas. Si estarían listos los trajes que había llevado al tinte. Si su buzón estaría lleno de correspondencia…
En aquel momento, las nimiedades más nimias y las tonterías más tontas, adquirieron carácter de asunto de Estado.
2 comentarios:
Si, suele pasar: ante una gran catástrofe, reaccionamos preocupados por tonterías. Hasta que nos damos cuenta.
Nada como tener los pies bien cerquita de la tierra, lo que yo te diga. ;)))
Besucos de invierno anunciado (que no deseado, madre que lo parió...).
Publicar un comentario