
Hora de salida 19.00 pm
18.50 pm.
Me dispongo a tomar el autobús rumbo a casa.
Hora prevista de llegada 24.30 pm.
No hay problema.
Tengo un buen libro entre manos junto con una bolsa llena de chucherías y guarrindongadas varias.
Entrego mi billete al señor autobusero.
Algo no le cuadra ( ya la he cagao’).
Lógico que no le cuadre, tiene fecha del día 29.
“¡Joer eme!”, escucho a mis espaldas.
(Pues yo no me quedo ahí ni muerta... con el calor que hace)
Carrera a las taquillas. Una cola enorme en cada una.
Son las 18.55 pm.
Me sitúo en la mitad de las filas y reclamo la atención de todos.
(Siempre hay un buen samaritano que te deja colarte)
19.00 pm. Hora de salida. Hay plazas.
Mientras me expiden el billete mi acompañante tiene una misión:
“Entretén al conductor como sea, pero que el autobús no salga”.
¡Corre! ¡Suerte! Escucho en las taquillas mientras salgo tan disparada como mi tobillo en rehabilitación me lo permite
(Que solidaria la gente, porque no dispongo de tiempo que sino les pido el mail a todos para contarles si llegué o no)
Mi acompañante ha cumplido su misión, el autobusero está charlando con el
(Aunque hace aspavientos, le ha debido de enfadar…)
Llego a su altura. “Ya estoy aquí.”
Entrego el billete.
Me despido.
“Contigo, ni coger un maldito autobus es normal eme”
Quizá sea cierto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario