
Es un sentimiento tan completo y egoísta que me llega a dar verguenza, mientras que la tristeza me ha parecido siempre honrosa.
Conocía el arrepentimiento, el fastidio y hasta el remordimiento.
La tristeza, no.
Ahora siento algo que me envuelve, como una seda enervante y dulce, y que me separa de los demás.
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