Nunca sonaba el teléfono,
y como nadie llamaba a J,
y J siempre se consideró un hombre
de recursos,
decidió que , a partir de ese momento,
se llamaría a si mismo.
Pero cuando se llamaba desde su casa, siempre estaba comunicando,
y cuando lo intentaba desde la oficina,
nunca se encontraba.
Tras reflexionar sobre el hecho en cuestión,
J concluyó que debía ser un hombre
muy ocupado
con una gran vida social.
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