Tomé el pulso del tiempo y tu ya has de estar haciendo tus abluciones matinales, o solo baño torero (orejas y rabo). Cualquiera que sea no creas que vas más adelante de mí. Tu ya estas lucida y yo solo comienzo a soñar, así que te llevo ventaja.
Hace rato te escribí algo... ahora me concentro en el sueño repetitivo de mi” asegún” (palabra dada por los sordomudos a su así, difícil de entender pero así son)
y así me manejo.
Hoy te quiero mucho es un chingo, pero aparte de quererte así, te quiero con otra acepción de la palabra.
Te quiero contar de la ENDINA.
La endina fue una hembra muy hembra y muy sabedora de su femineidad, muy señora y eso incluye su aspecto de muy cabroncita.
Al menos así reza su epitafio escrito sobre madera brava en mi supultorio.
Es un cacho de terruño áspero y frio como los fiambres que cobija.
Por hoy hay 7 cruces, todas de madera basta: 3 gatos, tayson 1 y tayson 2,
un perro que no alcanzó bautizo y así deambula por ese sombrío mundo perruno y la endina.
LA ENDINA Y O MADRE NO TE AZOTES
Se escucharon unos chillidos de hambre en el canal del agua y dos pendejadas de pelo se escondían entre la yerba.” Oído avizor y ojo atento” le dije a genios mi hijo, ahí entre las yerbas los recogimos (ingenua mente humana, ¡Ja!...recogimos), ellos más bien dijeron de aquí somos. En fin, entre ladridos y ronroneos los cobijamos, comida de perrito, bolitas llenitas de pelo…
El macho ronroneaba aunque no fuera gato, la hembra solo se acercaba a comer cuando nadie la observaba. Crecieron y cada uno desarrollo sus sentires. El ello murió a los 3 meses, de sepa su puta madre que certificado por mí como veterinario. Firma al calce. Y la endina, que ya alcanzó edad para significarse y rubricarse, fue llamada la endina de los murillos y anexas.
Pero has de saber lo ladina que salió, por eso al final no sé si fue más endina que ladina.
LADINA, término que dícese de los indios y entiéndase por indios mezcla de sangre española con azteca en todas sus acepciones, buenas y malas.
Jamás se dejó acariciar, muy matrera.
MATRERA, dícese de las mujeres no tocables porque le salen ronchas.
Engordó. Se crió a distancia de los demás canes (fíjate el termino canes), y desarrolló unos colmillos afilados como agujas y dientecillos bastante mondantes.
Y también siguió su instinto de callejera, o sea, perra fácil, o sea, perra dada a los placeres fáciles, o sea, yo abría mi casa para sacar mi carro y la endina agarraba monte, o sea, salió ligerita de cascos, por no decir putuela.
Regresaba al atardecer cansada, rendida, apaleada, pero con su mirada de endina, así como retadorcita si… ¿y qué?
Se volvió más perdiguera, del arroyo, endina perdida......
Y como el lobo de san francisco, aquel que comió el pecado y luego trato de ser probo, así a la endina le dio por comer gallinas y gallos de pelea de mis vecinos afamados, creadores de sangre muy muy brava en los circuitos de galleros (comenzaron a poner precio a su cabeza zapadora)
Yo al principio vi algún plumerío en la puerta de mi casa, donde reculaba la endina después de sus festines nocturnos, abusadora de este cobijo que se le dio para que apacentara tranquilamente en las noches, y cuando me di cuenta que la endina no solo cobraba sus presas sino que era traerlas aquí a mis puertas y desplumarlas y zamparse de ellas, ¡ joder! me tenias en los amaneceres anti titos de que bajaran las doñas a llenar los cantaros y a la molienda yo dueño de predio grande y perros de raza recogiendo plumas para que no me incriminara la endina.
Me dije yo a mi mismo:” la endina no es negocio y si ocio”, ya se tragó al gallo semental de Don Higinio, vecino muy apreciado y respetado. Ya se jodió a las mejores gallinitas de Don Chon, mi otro vecino más ladino, pero en fin, eran sus gallinitas de gallo fino.
Y yo perdiendo la compostura recogiendo plumas ajenas.
El juicio y la sentencia fueron expeditos..
La endina tenía que ser la séptima cruz en el cementerio.
Esta historia continuara...
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