Dentro de mi programa de inmersión campestre, este fin de semana tocaba el tema "pesca". Así que, equipados con un kit completo (cañas, anzuelos, "cucharillas", pececitos de colores...), nos dirigimos a practicar ese fascinante deporte, del cual afirman es muy relajante.
En el primer intento, efectuado por mi señor rural, consiguió capturar, con un total acierto, mi camisa.
En el primer intento, efectuado por mi señor rural, consiguió capturar, con un total acierto, mi camisa.
En el segundo intento, efectuado por mi persona, también obtuve mucho éxito, la oreja de Iris (uno de nuestros perros).
Los siguientes intentos resultaron menos "dañinos", pero más infructuosos, ya que los perros, viendo que lanzábamos algo al agua, se tiraban al río como buenos cazadores a recuperarlo.
Resultado: Una camisa salvada de milagro, una oreja dañada, varios pinchazos en las manos y un estrés de la leche... Desde luego, es un deporte de riesgo.
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