
hoy sería definitivamente un churro.
Eso si, bastante cargado de azúcar y nada esmirriado.
A la imagen y semejanza de mi creador,
algún churrero itinerante, que se gana la vida de feria en feria,
entre farolillos, tómbolas y puestos del tiro al blanco trucados.
¡Qué extravagancia ¡ (la mía… que el churrero está en todo su derecho).
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