
De ese modo, aunque me traten como si fuera tonta, por lo menos, también me considerarán peligrosa.
Iré a trabajar con una boina roja y sujetaré una bandera en la patilla de mis gafas de sol.
Lanzaré pasquines.
Me inventaré citas de Eduardo Pons.
Frunciré el ceño.
Incluso igual me agencio de un altavoz.
Y llevaré una camiseta con el sospechoso lema: "Aquí hay dinamita".
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