Para mayor facilidad

13 agosto 2009

Sonia

Sonia seguía buscando tu rastro.
Hablaba con las paredes por si en una de esas noches, mientras dormía escondida en ti,
te diera por contarlas tus razones, pero no soltaban prenda.
Se escondía entre las sábanas, buscando tus recuerdos,
para que la empapasen y conseguir sobrevivir un ratito más.
Se emborrachaba con tus amigos,
esos que no sabían nada de tu boca y se sorprendían tanto como ella al oír tus excusas.
Se entretenía con tus frases, porque no hacían más que girar en su cabeza,
rebotando contra las esquinas de su cerebro y manteniendo sus días ocupados.
Se derrumbo ante las evidencias, ante las explicaciones indebidas en momentos indebidos,
que consiguieron llenarla de escombros la vida.
Se estropeó las uñas de tanto arañar tus huellas en el suelo.
El recuerdo de tus besos dejó un regusto amargo en su boca.
Se ha dado cuenta de que ya no puede mirarte a los ojos,
porque aunque lo haga tú ya no estás ahí,
ahora sólo hay un espectro que desconoce y escupe cuchillos afilados.