
Y mira que al señor endodoncista le avisé que me durmiese mucho, que tenía no se que nervios de más. Pero se limitó a sonreír y decirme:” tranquila…no te va a doler nada”.
¡Y una mierda! Al tercer pinchazo el hombre ya ponía cara de circunstancias, así que el cuarto fue directito a matar, como en los toros.
Lo más irónico es que, después de dos horas allí, se despide de mí con un apretón de manos y un “Hasta pronto”
-“Sinceramente (y seguro que lo comprendes), espero no volver a verte en mi vida”.
Vale…quizá fui un poco brusca, pero….¿Quién de vosotros desearía volver a ver a un dentista que te ha estado martirizando dos horas cual torero aficionado?
Así que, para amortiguar un poco mi respuesta, le sonreí.
-“Bueno, al menos me has dedicado una sonrisa”, me comenta.
- “No. Solo media. La otra mitad esta dormida……”
No hay comentarios:
Publicar un comentario