Sonia

Sonia despertó con el cantar de los pajarillos de colores posados en su ventana,

y aspiró el delicioso aroma hogareño del lugar.
Tenia al lado de su cama servida una deliciosa gelatina color naranja
por la que traslucían los brillos del sol que por aquel ventanal entraban,
estirando las siluetas sombrías de los pajarillos
que revoloteaban en un baile de júbilo y luz.
-Hola -dijo una mujer vestida de blanco- ¿lista ya para el lavado cerebral?
Si es que las cosas cambian mucho según los términos.
Y uno los pone.