Para mayor facilidad

31 enero 2009

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El señor T vivía en un selvático bosque de farolas.
Se pasaba la vida mirando sus pies.
Un día se preguntó a si mismo porque no se movían. No tuvo ninguna buena respuesta que darse. -Quizás no se vayan a mover nunca…, pensó, y tratando de hacer memoria, se dio cuenta de que no recordaba que lo hubieran hecho alguna vez.

-Bueno, ¿que mas da, a donde podría ir? Se dijo.
Había pasado de todo por el frente de su casa, donde el se arrullaba indefinidamente en su alegre porche de caoba pintada de azul; jinetes encapuchados corriendo detrás de una horda de infelices, mujeres al borde de la locura galopando tras alguna estela de sueños, manifestantes con pancartas que iban persiguiendo metas desde "Salven a los pingüinos" hasta "Abajo la obra de Sade”, ejecutivos en busca de carroña y hasta Alicia tras el conejo blanco.
La cosa es que T era un hombre feliz en su quietud y lo único que le complacía hacer era contemplar el continuo permanecer de sus pies inmóviles.

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