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Hoy ha venido a visitarme a la oficina mi amigo “el artista".
Estaba algo ofendido. Había ido al banco para comprobar si tenía un ingreso efectuado. Al comentarle que no, todo chulo pregunta: -A ver…cuanto dinero tengo.
Por lo visto, la cajera con una gran sonrisa en el rostro le responde:
-Su capital es de 35€
A lo que el muy dignamente respondió:
- Pues tratadme bien u os lo saco de la cuenta
El caso es que comenzó a narrarme esos tiempos mozos en los que se ganaba la vida “de aquella manera”.
Sus primeras victimas fueron los marineros de los barcos daneses que atracaban en el puerto. El lo tenía todo controlado. Los primeros días les vendía hachis del bueno, eso si, haciendo las “tabletas” más finas usando una botella de vino llena de agua muy caliente para alargarlas "ahí ya me ahorraba unas pelillas niña", y la noche antes de que partieran a alta mar, les encasquetaba pastillas de extarlux (que confeccionaba de la misma forma). Y cuando veía al barco partir gritaba:- “Fumároslo cabronazos…fumároslo”.
Luego, con más edad, hizo un gran descubrimiento: “Los intelectuales, catedráticos, jueces, etc, son inteligentes pero muy poco listos”. Su negocio era proporcionarles mujeres de mal vivir, "que muy sabios ellos, pero para hablar con una puta les tiemblan las rodillas, como hay Dios que es así".
Según el, las tenía aleccionadas: “ Nena, el trabajito rápido que a este te le ventilas en un pis pas y yo no estoy pa’ perder la tarde haciendo de niñera”.
Ya siendo adulto descubrió su faceta artística convirtiéndose en pintor: “Ay…aquellas épocas donde las casas estaban empapeladas y había que arrancar el papel de las paredes”. Por lo visto, descubrió que mezclando mistol con algo más (que no me quiso decir), el papel salía solo. Eso si, el decía que era un producto que traía de Alemania y vendía a los del gremio la botellita a mil pelas “De las de antes niña…que era una pasta”