
Al francés adoptado (ver blog 130), no se le ocurrió otra cosa ayer, que pasear con su nueva moto por la plaza del ayuntamiento, con lo cual, a los 5 segundos estaba rodeado de policías pistola en mano.
Al solicitarle la documentación, el resultado fue que la moto estaba dada de baja y su permiso de conducir no estaba en regla.
Resultado: multa de 600€ (de los cuales no dispone en estos momentos) y la moto en el deposito de vehículos sin opción a un rescate inmediato.
Intentando resolver el entuerto (ya que el buen mozo no habla español), una de las posibilidades era que un español se hiciese responsable de sus multas.
Y ahí es donde se genera el dilema moral. ¿Es licito hacerse cargo de las multas de una persona a la que has conocido hace una semana, que pretende irse en moto a Japón, y que solo cuentas con su palabra de que serán abonadas?
Esta mañana, mientras íbamos de la jefatura de tráfico a extranjería, se le ocurrió comentarme:-“Eme, parece que en vez de comprar una moto en la CEE, la he comprado en Bolivia”, a lo que yo le respondí:- “Si, eso ha debido pasar Sebastien. Que pensabas que estabas en Bolivia y por eso te metiste con la moto en plena plaza del ayuntamiento”
Conclusión: voy a prohibir a P volver a hablar en el autobús con alguien.
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