
Anoche me dormí con una cereza en la boca.
Ha germinado y he amanecido con una mata verde enredada en la cara y el pelo que ha florecido con la ducha.
La he recogido en una coleta y he salido a la calle.
En seguida han empezado a nacer los frutos porque tengo unas mejillas muy fértiles, he cogido una cereza de mi sien, ya madura, y la he regalado, he ganado una sonrisa deliciosa.
Es curioso lo rápidamente que me he acostumbrado a ser una mujer-cereza.
La mirada se me ha vuelto verde enrojecida, los labios afrutados y mi pelo ha tomado un aroma floral que no habría conseguido con ningún champú.
Siento cómo por dentro me crecen las raíces, me acarician el cuello, el pecho, el ombligo...
Esta metamorfosis me complace, esplendor, renovación, renacimiento, sensación gustosa y aromática.
1 comentario:
plácida, tranquila, hermosa, genial metamorfosis.
Dafne envidiosa pediría a Zeus que la convirtiese en cerezo, dejando las hojas laureadas para otra cualquiera que Apolo amara.
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