
El caso es que, en mi actual proceso de ruralización, el otro día opté por comprarme una bicicleta. Fácil. Es ir donde el bicicletero de turno y llevársela puesta. Pues no. Una llega allí y ¿que se encuentra? Tropecientas bicis con tropecientas cosas y tropecientos precios. Entonces una, con buen criterio, decide ponerse en manos del experto. Se acerca a el y con los brazos en jarras para se la vea perfectamente dice: " Quiero una bici para mi". El experto, mira a una de arriba a abajo y contesta: " Estupendo, ¿qué tipo de bici deseaba?".
"Pues ya le he dicho, una para mi". Ante el silencio del interlocutor, una intenta explicarse mejor: " Pues quiero una que casi no haya que dar pedales, que no duela el culo al subirse en ella, que prácticamente se mantenga en pié sola y que tenga el precio adecuado para, probablemente el segundo día, mandarla a la mierda y que no de dolor de corazón". Y lo que son las cosas, resulta que el bicicletero tenía el modelo perfecto.
Pero ahí no acaba la cosa....una llama a su señor rural toda entusiasmada con su nueva adquisición, y es informada por este, que ahora necesita un kit bicicletero de primeros auxilios. Así que una regresa donde el experto bicicletero y le informa: " Ahora quiero el kit básico para mi supermegabici". Y de pronto se encuentra en sus manos con una bomba de aire, unas gomas (o llantas o globos o como porras se llame eso), y un aparato extraño tipo navaja multiusos verde chillón. Todo ello, por lo visto, destinado a no quedarme tirada en mitad del monte. Y digo yo,si la bici en cuestión me deja tirada en pleno monte, ya se la pueden rifar los jabalíes...
Lo curioso de todo esto es la percepción que cada cual tiene de lo que es un equipamiento básico. Porque para mi habría sido fundamental una cestita , y no esas cosas raras que el bicicletero me dió.
Encima, no fué del todo sincero, porque en estos momentos y después de mi estreno como pedalera, tengo el culo que no se si es mío o del vecino......
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