
Dónde andarás…
Déjame retomar el segundo capitulo de la historia de las momias aberrantes contra la mascara sagrada y/o madre no jodas que es viernes
la francisca se relamía los labios, que por cierto, a herencia de algún amor secreto de la bisabuela, eran voluminosos y negros.
Y solo vislumbraba de reojo a la María que removía el cazo porque entre almendra y almendra pelada una se la engullía.
Era la cena de los patrones, que asegún de sus decires, tenían invitados muy relumbrados.
Así que lo primero que le mandaron a la Enedina fue lavarse las manos que de tanto desgranar maíz y moverlo en el tompiate se le veían negras, negras como champurrado.......de Oaxaca.
Duro, duro al metate, y en de rosillas, lo que se le endurecían primero eran las rodillas y lueguito los brazos y al final los pechos, que parecían operados de lo parados que los tenían de tanto darle al metate.
Velas de cera de abejas... para lo principal. Y de cebo de pecho de cordero para los laditos, esas que alumbran bonito y no sueltan mucha resquila.
La plata del potosí ha sido lustrada con azufre y seje de dos cribas. Hasta parecen solecitos de lo que relumbran, dice la Eneida.
El que solo los mirara pensaría que son de esas lucecitas que cuelgan en la noche de la negrura del cielo.
Y mire que al final solo los restriego con las puntas de mi rebozo de bolitas…
Ojala aparezcas y lo leas. Son fragmentos de locura.
Para ti.
En fin...que sepas que por aquí anduve….
Cuadro: El despertar de la criada. Eduardo Sivori
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