
Este que a veces tienes en la boca durante toda una jornada,
y que te permite distinguir los días de mandarina,
los de limón, los de sebo, los de col agria...
Son sabores persistentes, que se resisten al caramelo,
a la seducción de tomarte un café,
de beber agua, de lavarte los dientes otra vez...
vuelven y vuelven como si salieran de un grifo inagotable que gotea,
pero ¿por qué será que sobre todo los malos?
Los otros también es cierto te permiten a veces llenarte la boca de mandarina
y decir trabalenguas entre zumo dulce y ácido a la vez,
te suben hasta los ojos las burbujitas y puedes tranquilamente descojonarte
mientras el jugo te rebosa por las comisuras de los labios
y te pringa el pecho y las manos sin que te importe en lo más mínimo.
¿A que me sabe hoy el día?
creo que a viento salobre con un matiz de bajamar
y alga muerta,
pero he decidido tomar de postre peras,
de esas que al morderlas te escurren por la cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario