
¿Y para eso estoy aquí? ¿Para que me digan lo que ya se hace una eternidad? Medita Sonia mientras observa una diminuta mancha sobre la pared blanca.
- Permítame que le explique…Alguien infectó mi vida, como un virus cualquiera se adueñó de mis células sin compasión, y se quedó tan campante.
Definitivamente, a el no le dolía.
El hacia mucho que no sangraba, y yo me quedaba con un dolor sordo que cada vez ahogaba más.
Pero eso le daba igual, eso no importaba, ni si quiera le estorbaría saber que sigo buscando esa vacuna que me salve.
Fui una mota de polvo que se mete en los ojos, y se va con un restregón, nada más.
Sólo una nube pasajera que no llegó a ser lluvia, y aunque lo hubiera logrado, no habría llegado a calarle.
Saberlo no ayuda, no sirve, ni sana, ni cura, sólo estropea mis sonrisas...
Lloro y me lleno de una rabia que me empapa las verdades.
A el nunca le dolió nada. No es justo, ¿sabe ud?
Los miedos deberían estrellarse en su boca y la soledad debería ser la moneda de cambio para sus ansias.
Quizás así llegaría a entenderme cuando el dolor me aplasta...y empezaría a sanarme.
4 comentarios:
Ne ha gustado mucho, niña.
Nadie ha dicho que la vida deviese ser justa; es más, el concepto de justicia, en estos casos, es siempre subjectivo.
Quizás la mayor vacuna sea aceptar la situación, coexistir con el virus y, si es posible, llegar a convivir con él. Quizás el virus sólo sea un resto de la era cuaternaria.
luchar contra quien no comprende el daño que te hace......ni se siente responsable
... Y puso el corazon entre trocitos de hielo .... y así consiguió refrescarlo un poco, pero sin apagar su fuego del todo. No le privó de su dolor ... pero al menos pudo mirarle a los ojos sin que ese dolor la cegara.
Una mirada entre cálida y fría ...
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