
Hace dos días decidió contármelo, maullidos lastimeros de deseo. El también daba pedradas.
Y sí, así de bella se me antojó la escena: noche lluviosa, gato negro maullando a la luna, alguna gatita cercana con pinturas de guerra provocativas.
Pero…
¡Ay! Amigos, con que velocidad puede variar la percepción dependiendo del momento.
Anoche no era un gato arrabalero, sino un mugriento gato negro.
No era una bella noche lluviosa, sino un maldito día más lloviendo.
Ni había una gatita artífice de sus maullidos, sino otro bicho a dar la brasa.
Ni tan siquiera el gato maullaba ya, solo emitía estridentes sonidos de carnero degollado.
Así somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario