
La voz interna grita en mi cabeza sin cesar, tratando de recordarme que tengo algo pendiente.
Pero yo aun no me quiero dar por aludida.
Giro en mi cama deslizándome hacia abajo, permitiendo a el sol que penetra tímidamente por la ventana, clavarse en el fondo de mis ojos.
Es tarde.
Esta vez la voz cambia de forma y viene cubierta de la pena grisácea de los otoños anteriores. Con tonos de hojas pisadas bajo la lluvia y lágrimas que se niegan a salir. Con el sonido del viento, de las lunas rojas que manchan el cielo que comienza a despertar.
Es tarde, es muy tarde.
Un fuerte aroma a mar llena mis sentidos, y una sonrisa cínica de ropa mal doblada me mira desde su silla.
Se que es tarde.
Pero qué diablos me acelera, total el día de hoy es aciago. Aun así, se internamente que es tarde, y no puedo evitar preguntarme ¿tarde para que?El sol sigue iluminándome, invitándome a encontrar la respuesta, a levantarme y salir a... ¿A qué?
Al parecer el conejo de Alicia me lleva hoy a una fiesta , sin saber que estaba invitada.
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