Para mayor facilidad

17 septiembre 2008

-141-

Aún quedaba algo de tiempo…
El tren estaba a punto de partir y sus manos casi se rozaban.
Pensó decir todo lo que había guardado tan tenazmente esos días, derribar su fingida firmeza.
No había nada que temer. Ya todo estaba perdido porque nunca quiso ser ganado.
Pero pretendía, tal vez, dejar un recuerdo, no ser presa fácil del olvido.
Había aguantado mucho tiempo manteniéndome el secreto incluso a sí misma. Negando evidencias y disimulando ante el espejo.
Posiblemente nunca más le viera. Quizás era la última oportunidad para entrar en su vida, para permanecer en sus días. Pensó cómo grabar su nombre en su memoria.
El esperaba ver abrir sus labios, parecía mendigar una frase consoladora, una promesa de un futuro posible.
Entonces ella traspasó la puerta que la alejaba de el, prefiriendo callar.
Porque sabía que el silencio es más difícil de olvidar que las palabras.

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