
Y aunque últimamente han proliferado, dos en una misma mañana me parece algo excesivo.
Y es que la crisis es lo que es.
Y cada vez me vienen personas más desesperadas, hasta el punto de creer que un milagro se puede comprar con dinero, y que dios ha montado en mí una delegación.
Hoy se me sentó en frente un chico, unos treinta y pocos. Buena pinta. Zapatos náuticos (siempre me fijo en los zapatos de los clientes, algún día haré un estudio al respecto: dime lo que calzas y te diré quien eres).
Desplegó toda una carpeta llena de documentos inundándome la mesa: contratos con la promotora, lo que pagaba al mes de letras por el piso que había comprado y por la hipoteca su casa, sus cuentas bancarias, la foto de sus hijos, la carta de despido que le había mandado la empresa, la apelación de el… una vida derrumbándose sobre mi escritorio.
En resumen, el tenía su casa con su hipoteca (como casi todo hijo de vecino), y un día pensó: compro un pisito en construcción, le vendo antes de escriturar y me saco unos miles de euros (como han hecho muchos hijos de vecino). Y le pilló el toro (como a todo hijo de vecino). Eso si, al hombre le han despedido de su empresa y escritura el pisito que le iba a sacar de pobre en noviembre.
Supongo que somos animales de costumbres y a todo se hace uno. Recuerdo cuando fui por primera vez a México y vi que en el contenedor de basura en frente de casa de mis padres, vivía una familia. Tú les dabas la bolsa y se lanzaban a ella como los buitres tras la carroña. A mi se me encogía el corazón. Después de 20 años viéndolo, ya ni te fijabas en el pobre niño que dormía entre los cartones. Lo mismo ocurre con toda esta gente desesperada que entra por mi puerta buscando su milagro, ya no me afectan como la primera vez.
El caso es que al finalizar la conversación y asegurarle que haría todo lo que estuviese en mi mano por el, me dice:
-Bueno….quizá puedas poner un poco más de empeño en mi piso que en el resto y meterte 2.000€ extras en el bolsillo.
-Mi trabajo es poner todo mi empeño en vender tu vivienda. Por eso me pagan. No acepto extras. Te aseguro que el esfuerzo por mi parte y por parte de mis comerciales será el mismo. Contesté.
Se me quedó mirando un buen rato y añadió:
- Eres de las pocas…. ¿Invitarte a un café puedo?
1 comentario:
Pues sí, debes de ser de las pocas insobornables..., aunque yo tampoco lo llamaría soborno.., si no más bien, una prima por hacer bien tu trabajo...
Por cierto, al menos le aceptarías el café no? jajaja
Bonita anécdota, un saludo.
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