Para mayor facilidad

30 julio 2008

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Han caido en mis manos, o mejor dicho, han topado mis ojos con dos noticias relacionadas con el amor (y eso que es miercoles).
La primera se refiere al sorprendente resultado de un estudio de “New Scientist” según el cual la condición de enamoramiento produce un cambio hormonal tan brusco que reduce las diferencias que existen entre ambos sexos.
No hay que asustarse, los cambios no llenan de pelos los pechos de las damas ni aumentan el tamaño de las caderas varoniles; simplemente la línea divisoria entre géneros se difumina, se atenúa, se amortiguan las diferencias en pos de la pasión amorosa...
Sin embargo, un tal Andreas Bartels, londinense él, dice que los cambios se producen única y exclusivamente por el incremento de actividad sexual y volvemos así al axioma fundamental, al tema o como queraís llamarlo.
Seguramente el flemático éste tiene rezón y el intercambio de fluidos es lo que nos hace mimetizarnos con el otro hasta confundir nuestra propia identidad, al menos por un ratito.

Vamos con la otra historia, esta sí que funde y confunde amor y sexo, con un añadido artístico puramente delicioso.
Se ve que una de las exuberantes gordas de Botero ha adquirido estatus milagrero en Cartagena (la del Caribe). Allí se ha extendido la costumbre de magrear sus voluminosos senos con el fin de asegurarse unas duraderas y fructíferas relaciones sentimentales.
Por lo visto los pechos de la escultura han tenido que ser retocados varias veces ya que a base de caricias ha perdido el color original...

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