
Mi ginecólogo por ejemplo, en 20 años solo le he visto reír una vez, y fue cuando le pregunté muy preocupada si yo era su única paciente pues jamás me encontraba con nadie en la sala de espera. Que queréis que os diga, prefiero que no haya colegueo con alguien que me mete mano y me sobetea entera.
El caso es que hoy el fisio me ha echado una bronca. El hueso se había vuelto a mover y el tío empeñado en que no había hecho reposo. A saber lo que ese hombre, que es la reencarnación de torrente, llama reposo. Me ha dicho muy serio que o le hago caso o me quedaré cojita, a lo que yo le he contestado:” tu encárgate de que no sea así, que coja no me va a querer nadie.” Entonces, con cara de cordero degollado y mirándome con esos ojos diminutos y muy juntos, mientras me masajeaba el tobillo y me colocaba el maldito hueso, me ha respondido: “Con esa carita que tienes y esa sonrisa te querría cualquiera, incluso coja” Y de pronto ya no me apetecía mucho que siguiera sobeteándome mi tobillo y encima pagarle por ello. A la salida, mientras me citaba para el próximo jueves me ha preguntado si era separada (¿se notará eso en los tobillos? ).
-¿Eso influye en la cura? He preguntado yo a su vez.
Se ha echado a reír: -“No mujer, no influye”
-“Entonces es una pregunta tonta. Hasta el jueves...”
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