
Que tus manos acaricien también ese rostro que aguarda entre sombras y aparece cuando cerramos los ojos a la realidad.
Susurraré algunas palabras a tu oído. Pocas. En voz muy baja. Suavemente. Silencio. Escucha.
Voy a pasarme la noche besándote, acariciando la piel que rodea tu cuerpo. Te abrazaré cuando te duermas suspirándote en la nuca para que despiertes con un respirar acompasado y levantes la mirada. Y sí, estaré justo allí, dónde tú me quieras. Para que confundas tu sueño con el mío y al levantarte no sepas qué de todo fue real, no por olvido sino por placer.
Por eso quiero contarte un secreto, el mío. Porqué quiero que sepas tanto de mí como yo misma. No todo claro, sólo lo que seas incapaz de imaginar porqué así, el resto, lo soñarás conmigo. Por que así otro día lo descubriremos los dos... eso, ese secreto tuyo y mío...
Mírame atentamente. Estudia mi rostro. Haz que me acerque y rodea mi cuerpo con tus brazos hasta que te asegures que no voy a moverme. Suspira. Escucha como se aceleran mis latidos.
Seduce con tus labios mi cuello, hasta que recline la cabeza sobre tu hombro y notes mi pelo rozando tu oreja. Deja que mi aroma invada tu olfato. Desliza tus dedos por mi espalda y no tengas prisa. El paso del tiempo, de esos breves segundos hace que te desee cada vez más.
Juega conmigo. Resístete a la vez que me tientas. Engánchame a tus ansias. Hipnotízame insinuándote. Cuéntame lo que quieres, lo que piensas, tus deseos más ardientes, pero no digas nada. Atiende a nuestro respirar acompasado. Sigue acariciándome y deja que te mime. Te desnudaré y me acercaré a ti tanto como pueda hasta que seamos uno sólo.
Y después… después te dejaré sonreír, que me mires cómplice hasta que bajes la guardia para volverte a seducir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario