
Mi casa estaba lejos del colegio y del centro de reunión de todos los españoles. Siempre apuraba hasta el último segundo, y para no llegar tarde atajaba por un cementerio. Los cementerios allí son preciosos, con sus cruces celtas y sus roun towers. Ya estaba familiarizada con el panteón de los O’Sullivan y la pequeña figurita que tenía un tal McClain. Una noche, volviendo a casa, de la iglesia en ruinas que había en mitad del cementerio, salió lo que me pareció un autentico fantasma. UFF! Aún no recuerdo ni cómo salté el muro….Ese día se extrañaron que regresase tan puntual.
Al cabo de los años regresé ya siendo adulta. Iba a casarme y mi familia de adopción quería dar el visto bueno al “futurible”. Alquilamos un coche y recorrimos todo el país.
Siempre metiéndonos en problemas (lo de conducir por la izquierda tiene su complicación). Estábamos perdidos en un camino rural a saber donde, y nos encontramos con una mujer y su hija con una cesta de mimbre de dimensiones colosales haciendo autostop(es muy común allí). Pedí al futurible que las recogiésemos (allá donde fueres haz lo que vieres). Comencé a charlar con ellas. Iban a vender queso al mercado del pueblo cercano. De pronto vi en su rostro el reflejo del terror. Giro la cabeza….y un camión de frente.
-¡Que tienes que ir por la izquierda! Grité.
- Estos jodidos celtas y su manía de ir al revés acabarán conmigo. Contestó el futurible.
En ese momento los dos comenzamos a reír y recordar todas las meteduras de pata con el coche. Las carcajadas eran muy sonoras.
Llegamos al pueblo y frenamos en un semáforo. Al girarme para preguntar a nuestras autostopistas dónde querían que las dejásemos, habían desaparecido y las puertas estaban abiertas. Solo quedaba un queso en el asiento en señal de que habían estado allí y no era producto de nuestra imaginación .Dudo que el queso fuese de regalo, sino más bien algo que dejaron atrás con las prisas de huir de ese par de locos que habían encontrado por azar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario