
Mi ex marido me solía decir y aún me dice (soy del grupo de personas que mantienen una relación excelente con su ex...menos cuando no me acuerdo que es así), que los problemas grandes los hago pequeños, pero los pequeños problemas se me quedan grandes (aún no se si eso es un defecto o una virtud).
Porque puede resultar anecdótico e incluso divertido que me hayan hecho miembro honorario de los cerrajeros de 24 horas y ya hasta tenga precio especial, o que tome el autobús para ir a casa y a mitad del trayecto recuerde que he llevado el coche, o que le diga al del parking que no funciona la maquinita de los tikets para pagar y me indique que si que funciona pero ese ticket no es de ese parking, o que busque el coche como una posesa y resulte que no había llevado el mío(realmente saber donde dejo el coche y qué coche es uno de esos problemas pequeños...). Que se me pasen siempre los plazos de matriculación o de vacunación del perro…mejor no sigo.
El caso es que este fin de semana tenía la reboda de mi mejor amiga (y digo reboda porque si ya es de locos casarse una vez, hacerlo dos y con el mismo es para que la encierren). Todo salió estupendo, aunque terminé en una cantina mexicana tomando aguardiente colombiano...pero esa es otra historia.
Ayer charlando con ella sobre el evento en cuestión, me dio por preguntar: “oye niña, ¿y tu porqué no has hecho redespedida de soltera? A lo que ella me respondió entre la risa y la resignación: “Porque te la había encargado a ti”.
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