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Estaba pensando en este mundo de internet y lo que me ha aportado desde que un día, con el fin de ser consciente por donde se movían mis hijas cuando me hablaban del Messenger, etc..., decidí investigar. Haciendo balance y sopesando los pros y los contras, le doy un positivo. Quizá porque tengo cierta tendencia a olvidar aquello que no me agrada, y cuando no me es posible olvidarlo, enriquecerme con ello. Tengo amigos a los que jamás he visto, hace la friolera de unos 9 años. A los que considero parte de mi vida, y que probablemente me conozcan mejor que cualquiera que haya tenido la posibilidad de mirarme a los ojos. Que han soportado estoicamente mis cambios de humor y mis desapariciones, simplemente mandándome algún mail diciendo:-“Reaparece cabrona”. Y encuentros... Algunos que perduran, algunos que no dejaron de ser una anécdota y algunos realmente fortuitos y curiosos. Recuerdo una charla con un internauta: -¿Dónde vives? -Ah! Yo también vivo allí. -¿En qué zona? -Pues yo también.-¿En que calle?-¡Coño! ¡Yo también!-¿Conoces a fulanita? - ¡Joer, soy su vecino!- Te dejo que me voy a sacar al perro.- ¡Genial! Ahora bajo y nos conocemos.... Desde que comencé mi andadura he conocido a algunas personas. Mi estimado A, que nos hemos tirado algunas juergas de bailoteo y copas, compartido confidencias en nuestra comida de los jueves, y encontrado amigos en común. C, con el que he terminado entablando una relación de negocios. C, con ella la relación fue a la inversa. La conocí y resultó que compartíamos espacio en la red. Mañana llega P a pasar el fin de semana a casa. Tengo ganas de conocerla... Y J, que en breve le confiaré en adopción a uno de mis cachorros.....
Anécdotas, curiosidades, decepciones, alegrías, encuentros y desencuentros... la riqueza y la pobreza de las relaciones humanas al fin y al cabo.
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